Articulo contra la tauromaquia -Vergüenza Nacional.

 Vergüenza Nacional



Cuando alguien quiere vender un producto relacionado con la alimentación, la forma más eficaz y rápida de otorgarle prestigio es calificarlo como “natural”:”este jamón es totalmente natural”. Parecería que esa condición no estuviera exenta de contraindicaciones ¿Un ejemplo? ingiera un poco de cicuta-totalmente natural- y tardará unos segundos en morir.
Algo parecido-en otro orden de cosas, por supuesto-ocurre hoy con la Tauromaquia. Sus entusiastas, con el fin de difuminar otros rasgos, tratan de envolver en la palabra arte todo ese mundo. En realidad,efectivamente,todo lo llevado a cabo por el hombre es susceptible de refinarse hasta el punto de ser considerado como un arte. Pongamos un ejemplo extremo-con frecuencia son los que mejor entendemos-para ilustrar esta cuestión: coloquemos a un presidiario sin derechos y condenado a muerte en el centro de una plaza, atémosle a un poste convenientemente vestido con diferentes colores, en su cabeza pondremos un gran sombrero adornado con plumas. Este espectáculo consistirá en obtener diferentes puntuaciones según acertemos con una lanza en los distintos colores con los que habremos vestido al infeliz. También podremos lanzarle flechas con el fin de arrancarle el sombrero-a riesgo de matarle, claro, pero ya hemos recalcado que este individuo no tiene derechos y morirá de cualquier modo- también le lanzaremos dardos que no le matarán,pero aumentarán su martirio de forma insoportable, el momento álgido llegará cuando un jinete le seccione por completo el cuello de un certero espadazo sin apenas tocar el poste. La salida a escena de los lanceros, los arqueros y del jinete-ataviados con vistosas y espectaculares ropas- estarán acompañadas de estridentes músicas convenientemente creadas para la ocasión. El reo, sabiendo que su muerte es inevitable, soportará toda esta locura con cierto estoicismo y resignación,esta actitud nos llevara a hablar de su “indudable dignidad” y de su “hermosa nobleza” y hasta manifestaremos el “gran respeto” que por él sentimos.
Tal vez el folclore que acompañaría a esa imaginaria barbarie nos hiciera perder de vista el carácter brutal y sanguinario de toda esa ceremonia, cuanto más si el tiempo vestido de años y siglos, avalara esa horrorosa tradición. Parecería que todo aquello que combina folclore y tiempo ha de ser llamado arte. Podrían pasar mil años que no por ello el ejemplo que hemos puesto dejaría de ser una barbarie, lo llamáramos arte, tradición o cualquier otro eufemismo que en nada restaría un ápice de sufrimiento al reo allí condenado.
Quizás no sea preciso hacer volar la imaginación hasta ese extremo, no es necesario recordar que la historia humana está repleta de brutalidades del hombre sobre el hombre. Apuesto a que en la Edad Media serían famosos -en su círculo-en cada comarca de Europa los verdugos más diestros a la hora de cortar cabezas de un solo tajo o los más hábiles torturadores sin que ninguna de estas destrezas pueda llevar el nombre de arte. Si estas prácticas no han perdurado en el tiempo es por nuestra capacidad de rectificar y reconocer la barbarie a la luz de la razón.
Pero el propio hecho de que un espectáculo pueda en su desarrollo-por su colorido y vistosidad- ser admirado por el público como una forma de arte, no justifica la realización de ese espectáculo en sí porque debemos tener unos límites éticos y morales, de lo contrario bien podríamos volver al circo romano como forma de entretenimiento. Imaginemos de nuevo: supongamos que el más valioso mineral conocido por el hombre solo pudiera extraerse de unas minas remotas a las que solo pudieran acceder –por lo angosto de su entrada-niños menores de diez años que, además, después de hacerlo murieran irremediablemente intoxicados por la contaminación de esas minas, entonces ¿procederíamos a extraer el mineral por medio de los niños o esperaríamos a tener la tecnología que nos permitiera conseguirlo sin un coste humano tan elevado? La extracción de tan valioso elemento ¿justificaría la muerte de niños inocentes? Alguien podrá argumentar que esa clase de cosas ya ocurren, es cierto, pero nuestro deber es evitar todas las injusticias, sean del tipo que sean y se produzcan donde se produzcan.
Lo que trato de decir es que el fin ni justifica ni puede justificar los medios. Del mismo modo que no aceptaríamos y nos parecería monstruoso-al menos en las democracias modernas-que unos niños trabajasen en las minas para obtener un valioso mineral ,así, no deberemos aceptar el sufrimiento extremo de un animal en favor de aquello que llamamos arte. Tal vez el hecho de llamar arte a esas prácticas sea un síntoma-nada bueno por cierto-de una sociedad enferma.
Naturalmente los derechos de las personas podrían considerarse -en una escala -superiores a los de los animales .Pero unos no excluyen a los otros, al contrario, huelga decir que en una sociedad avanzada ambos son compatibles y es deseable que así sea.
Esto no puede dejarse al arbitrio de cada individuo, a la libertad de cada uno de nosotros, porque es deber del Estado no inhibirse en ciertas cuestiones. Es evidente que una gran mayoría de personas en las democracias occidentales posee una educación correcta, por tanto, no necesita de prohibiciones continuas en todos los ámbitos. Uno de los argumentos más comúnmente esgrimidos por los partidarios de las corridas de toros resulta ser simplemente uno de esos tópicos que nos conducen, como todos ellos, a no pensar y es el de repetir como una letanía esa idea de que no se debe prohibir nada, no albergo ninguna duda en relación a esta cuestión: el Estado debe prohibir algunas conductas .¿Acaso alguien en su sensato juicio tiene alguna duda de que se deban prohibir, por ejemplo, las relaciones sexuales con menores protegiéndoles así contra esa explotación infantil que se ha convertido en una lacra en la sociedad actual? Creo que hasta los más liberales, en el sentido económico del término, es decir, los partidarios de adelgazar al Estado en favor de la sociedad civil, convendrán conmigo en que si la educación limita a un individuo más que las leyes será deber del estado legislar y en su caso prohibir,(por favor ,sin complejos) ,no solo para garantizar la protección de los más débiles, sino también para limitar y disuadir a aquellos individuos que no tengan una educación rica en valores democráticos en los que prime simplemente el respeto a los demás y a una buena convivencia,asi que,efectivamente,se debe prohibir no solo el caso antes expuesto sino, por ejemplo, la construcción de urbanizaciones en espacios naturales protegidos,el maltrato a las mujeres dentro del hogar,la quema de bosques atendiendo a la necesidad del pirómano de ver arder un bien común,el vertido de residuos al mar, el intolerable volumen de música a altas horas de la noche¿seguimos?,piense en cuantas cosas están prohibidas según el código de circulación y se prohíben ,no solo porque hay ciudadanos sin educación a los que es necesario limitar y disuadir, sino en favor de una buena convivencia. Toda norma tiene detalles discutibles y,además,no contentará a todo el mundo, pero se debe cumplir,insisto,por una idea del bien común. Si atendemos a estos razonamientos podremos entender que si bien muchas personas nunca irían voluntariamente a una corrida, eso no excluye que la corrida se celebre con el consiguiente sufrimiento del toro y es ahí donde el Estado debe entrar, saltándose cualquier pretendida idea de arte o de tradición que sólo enmascara la barbarie y esa prohibición no debe escandalizarnos en modo alguno de la misma forma que nos hemos acostumbrado a ver como la policía y los grupos especiales de las fuerzas del orden entran en casas donde hay laboratorios clandestinos de drogas, o donde se trafica con seres humanos con el fin de explotarlos sexual o económicamente. Nadie apela en estos casos al carácter inviolable de la privacidad dentro del hogar sino que tendrá prioridad-como no podría ser de otro modo-la persecución de un delito
Me gustaría-aparte de las razones éticas-llamar la atención sobre un punto especialmente delicado relacionado con las fiestas y tradiciones en las que en España se maltratan animales y es en como afecta esto a nuestra imagen como país. España es uno de los países con una más deficiente relación marca-país, sobre todo teniendo en cuenta nuestra auténtica realidad, muy alejada de los clichés y tópicos que se tienen de nosotros. Este concepto es el que distingue el prestigio de cada nación en todos los ámbitos: la cultura, la tecnología, el nivel de educación, la calidad de los productos que ofrece, el nivel de solvencia de sus empresas e instituciones,etc. Este aspecto tiene dos vertientes: en primer lugar está la idea poco clara de la propia identidad de España que se tiene en algunos países, especialmente en Estados Unidos ,al confundir lo español con lo hispanoamericano en todos los órdenes; en segundo lugar todo lo que atañe a España arrastra prácticamente desde el siglo XVI esa llamada leyenda negra que, promovida por otros países ,solo ha potenciado nuestra imagen negativa en el exterior, pero seamos autocríticos, algunos episodios como la dictadura franquista o como el propio maltrato a los animales no hacen otra cosa que reforzar esa mala imagen que de nosotros se tiene. Si en otros países europeos también hubo Inquisición, cuya acción fue mucho más virulenta que en España y también se expulso a los judíos, no se entiende que nuestro país tenga tan mala imagen, tal vez una dictadura tan tardía-en el contexto europeo- como la franquista, unida a tradiciones tan sangrientas como la Tauromaquia y las diferentes fiestas con animales en los pueblos han servido para dar una imagen de España que pervive aunque poco tenga que ver con nuestra realidad cotidiana. Si introducimos en cualquier buscador por internet las palabras “fiestas en España”, las imágenes que saldrán serán las lamentables brutalidades que se cometen cada año en la diferentes fiestas patronales, si por el contrario, introducimos el nombre de Inglaterra o de Austria nos encontraremos con festivales de teatro o música clásica que no hacen sino otorgar prestigio a estas naciones. Pero a estas alturas de la Historia no podemos achacarlo todo a la leyenda negra, seamos autocríticos, insisto, quien diga a favor de ellas que estas fiestas identifican a España y su cultura en el exterior, podremos decirle con certeza que si lo hacen lo hacen para mal y que, desde luego, preferimos que se nos identifique con Velázquez ,Goya ,Picasso ,Gaudí ,Miró, Lope de Vega ,Cervantes, Quevedo ,Ramón y Cajal ,Marañón ,Ortega y Gasset o cualquiera de tantas de nuestras figuras universales más brillantes que además de dar una imagen más refinada de lo español se ajustan más a nuestra realidad de lo que lo hacen las fiestas de cada pueblo.
Otro de los argumentos tantas veces utilizado es la idea de que la desaparición de la Tauromaquia llevaría al toro, como especie, al mismo destino ya que su única razón para existir es la propia fiesta, esto es tanto como decir que los leones desaparecerían si no existieran los circos, o pasaría lo mismo con los delfines si no tuviéramos acuarios, los toros han estado sobre la tierra mucho antes de otorgarles nosotros tan cruel destino y no veo razón alguna para no preservarles como especie en los zoológicos o en reservas dedicadas a tal fin. Una de las funciones de los zoológicos es la de proteger de su desaparición a algunas de las especies que estaban amenazadas y que se hubieran extinguido, no sólo por la acción del hombre, sino también por la de la propia naturaleza. Por tanto en los zoológicos se encuentran especies que deben su supervivencia a la mano del hombre, tal es el caso del Tigre Siberiano,el Venado Mexicano,el Rinoceronte de Java o el Oso Panda gigante de Celinda.
Algunas personas tratan de justificar su apoyo a la Tauromaquia alegando su carácter de industria y su aportación a la economía nacional,en este sentido cabe decir que el peso del mundo de los toros en el producto interior bruto de España es absolutamente irrrisorio,este no es el único motivo, por supuesto que la economía ,al menos como hoy la entendemos, no debe ser el centro de la vida del hombre¿aceptaríamos ,por ejemplo ,que se desarrollara una industria alrededor de las reducciones de cabezas que llevan a cabo las tribus de Jíbaros en el Amazonas? como es natural lo consideraríamos salvaje e inhumano incluso aunque aportara verdadera riqueza a este pueblo. Podemos alegar otros ejemplos de verdaderas industrias que creaban más empleo y riqueza que la Tauromaquia y que también han visto reducido su volumen a causa de la presión del ciudadano medio unida a una mayor concienciación de cara a la relación entre el ser humano y el mundo animal, estoy pensando en la industria de los visones o en la caza de ballenas en Japón.
No quisiera centrar el debate únicamente en el mundo de los toros, es evidente que el ensañamiento con los animales es una constante en la celebración de las fiestas locales en España, en Robledo de Chavela(Madrid)se decapitan ardillas, lo mismo se hace con algunas aves en distintas localidades de Extremadura y La Rioja y en la localidad de Maganeses de la Polvorosa( Zamora)sólo hace diez años que se prohibió la bárbara tradición de tirar una cabra desde el campanario y así podríamos continuar haciendo un repaso hasta llegar a los 60.000 animales que mueren cada año en nuestros diferentes festejos.
La sinceridad emocional, el hecho de creer a pies juntillas en la veracidad o el derecho de algo, no garantiza la razón en un debate, así, me sorprende ver individuos que no se manifiestan por ninguna clase de reivindicación social ni cultural pero que, sin embargo, lo hacen con pasión vehemente para defender que se continúe tirando a una cabra de un campanario, que aceptemos como normal el lanceo de un toro-existen escuelas para que los niños aprendan y perfeccionen semejante habilidad- o que se arranque de cuajo la cabeza de un ganso, al observar estos comportamientos me temo que no tenemos más remedio que replantearnos nuestra idiosincrasia como pueblo, sobre todo a la hora de divertirnos.
Creo que por encima de pasiones encendidas, por encima de partidarios o detractores de la Tauromaquia y de las fiestas de cada pueblo, por encima de tradiciones de siglos, deberíamos llegar a un consenso básico y mínimo; ese consenso debería estar por encima de valoraciones u opiniones ,debería tener una sólida base científica, comprobada de forma empírica, y no sería otro que reconocer que ,insisto, por encima de cualquier otra consideración subjetiva, los animales en España en todo aquello que llamamos fiesta ,sufren-antes de morir- de una forma indecible, sólo desde esa honestidad y a partir de este punto de vista desapasionado y ecuánime podremos legislar en consecuencia.
EDUARDO LUIS JUNQUERA CUBILES

1 comentario:

  1. los antitaurinos son ángeles en la tierra los amo
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